Por Elí Ramos García
-Los pensamientos son las palabras que no decimos porque tememos a que
no sean las correctas o suenen tontas- Se dijo Dennis para sí mismo con
tono sabio. Solía pensar cosas así cuando estaba aburrido, era por eso que las
cenas familiares en el restaurant Las Cuatro Lauras a las que forzosamente
tenía que acudir eran el momento perfecto para tener una lluvia de ideas
mientras miraba su borroso reflejo en el caliente contenido de la taza de café
que ordenaba siempre, a lo cual Candice le reprochaba con la misma frase:
-¡Venimos hasta aquí para no
comer en casa y tu ordenas siempre una taza de café, algo que puedes tomar allá
y gratis!
Exclamó Candice observando a
Dennis dar un sorbo, que ignoraba por completo a su madre y se limitaba a mirar
a través de la ventana, como una pareja se hundía en un gran “agasajo”. Dejó la
taza de café de nuevo en su plato, y oyó una clase de susurro en forma de
risita traviesa que, no tardo en descubrir, provenía de Ninf, quien lo miraba
traviesamente, pues la espuma del café le había dejado un bigote por encima de
sus labios. Ninf era la hermana menor de Dennis, que llevaba su eterno
vestidito color menta con el horrible estampado de flor en el pecho. Candice,
Ronald y Francis rieron.
-Esto es una estupidez- Pensó Dennis pasándose una servilleta para limpiar
su bigote de café.
-Deberías divertirte mas- Dijo Francis
quitándose los audífonos de los oídos y enrollándolos para luego guardarlos en
su bolsillo- verle lo divertido a todo.
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